viernes, 19 de febrero de 2010

Vino primero pura, vestida de inocencia

y la amé como un niño. Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes...

Volvía yo a casa tan tranquilamente cuando me encontré un cartel que anunciaba una serie de recitales poéticos en un bar llamado trifásico. el cartel era lo suficientemente vanguardista como para augurar que habría pocos imitadores del Lorca más cursi ni amas de casa contando sus penurias a puro ripio. La excelente localización de frailes cuatro me permitió llegar al sitio en apenas cinco minutos. Gafapastas, gente con bufanda e incluos gafapastas con bufanda, que es como un mix. Pido un whisky. Noto que la escasa clientela me contempla extrañada. No me reconocen entre los de su mundo, pero dos chicas me saludan como si nos conociéramos lejanamente (creo que fue mi manera de mirarlas). Luego vino la tele a entrevistar al poeta. El poeta les dijo que escribía sobre cosas del campo por que hay que recuperar ese mundo frente a la modernidad esteril de la civilización contemporánea. ¿Cómo se traduce esto en el campo de lo lírico? En un poema al estiércol. Antes había uno dedicado a las hortalizas que crecen y crecen. Los gafapastas se revolvían inquietos en sus sitios. Dos que estaban a mi lado empezaron a hablar de una performance que querían hacer no sé como ni dónde ni por qué. Una chica isabeliense (solo el gañán podrá entender el adjetivo en su plenitud) hablaba con uno que decía que en la librería donde trabaja aún no había llegado el libro que ella había pedido. Ah, que gente más instruida, yo pensaba que eran una especie más cosmopolita, en plan grandes ciudades, y ahí están.

Luego me volví a casa.

1 comentario:

  1. el mundo del artisteo de salón!la feria de las vanidades llamadas sensibilidades!La verdad es que me da un poco de nostalgia de todas esas fruslerías, sobre todo cuando las alternativas al arte de salón son la política, las hipotecas, los niños, las clases,el puñetero fútbol¿ existirán todavía mujeres isabelienses por ahí?

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